Esta historia nos demuestra que el amor no tiene límites.
«Randall Monge Naranjo, de 50 años, no es el abuelo biológico de mis nietas, ni el padre biológico de mis hijas. Sin embargo, ha estado ahí para las cuatro sin titubear, sin dudar, siempre diciendo «sí». Ha sido un compañero ideal para mis hijas, brindándoles su sabio consejo, protegiendo su entrada y salida. Ahora, mis nietas disfrutan de un abuelo que les enseña las cosas maravillosas de la vida. Sin lugar a dudas, las cinco le bendecimos su vida. Indudablemente, él merece un tributo, ya que ha sido más padre y abuelo que cualquier otro, a pesar de no tener lazos de sangre. Te amamos, Hazel, Diana, Paula, Valeria y Ciara».
Qué lindo es cuando el amor trasciende todo, incluso los lazos de sangre. Ojalá todos amemos siempre y mucho. El amor es el motor de la vida, y donde hay amor, no hace falta nada, porque todo lo demás viene por añadidura.
Felicidades y bendiciones para don Randall. Lo felicito por su gran corazón.