La palabra Navidad procede del latín ‘nativita’, que significa nacimiento. La razón de esta fiesta se centra en el nacimiento del Niño Jesús, hijo de la Virgen María y San José; por este motivo abarca un mensaje de esperanza, unión, paz y amor.

En esta época de Navidad es común experimentar una serie diversa de emociones: nostalgia, alegría, tristeza, ilusión y muchas emociones más. ¿Pero por qué sucede esto? La respuesta es sencilla y muy particular para cada persona y según la etapa de vida en que se encuentre.

La gran mayoría de los niños viven la Navidad como una época de ilusión, de regalos, de fiestas, de vacaciones escolares; es una época mágica. Para los jóvenes, representa una oportunidad de comenzar o retomar proyectos estudiantiles, profesionales, sentimentales, compartir con los amigos, asistir a muchísimas actividades de orden social.

Para los adultos, ya la época toma otro tinte de color, pues aún sigue siendo una época bonita; también es sinónimo de estrés, ansiedad; se disparan el uso y abuso de ciertas sustancias, tanto legales como ilícitas.

De adulto, la persona puede tener recuerdos de su infancia o juventud que no le son gratos, pues la realidad es otra y ahora se da cuenta de ello. El adulto adquiere mayores responsabilidades económicas, que le pueden generar presiones. También es una época donde puede ser que se ponga nostálgico, triste o melancólico al recordar a aquellas personas queridas que ya no están, ya sea familia, padres, hermanos, parejas, hijos, en fin, seres queridos que le gustaría que estuvieran presentes en sus vidas y por diversas razones ya no están. Y no solo se puede poner triste por la ausencia de estos seres, sino también al recordar o experimentar situaciones difíciles que le hagan sentir triste, enojado, indispuesto, agobiado, incómodo, sentir que diciembre y la época navideña no le gusta. Precisamente porque lo relaciona con algo negativo que le hace sentir mal e indispuesto.

Para los adultos mayores, la época navideña les hace rememorar muchísimas Navidades pasadas y vividas en todas las épocas de su vida; muchos desafortunadamente pasan solos o abandonados en un hospital, por sus mismos familiares, quienes los dejan ahí y dan datos falsos para luego dejarlos abandonados; esa es una realidad en nuestro país, Costa Rica.

Es importante incluir a los adultos mayores en las celebraciones navideñas familiares, que estén acompañados y sean parte de las mismas, participar en teletones y actividades donde los beneficiarios no solamente sean los niños de escasos recursos, sino también existen campañas para adoptar abuelitos y esto los hace inmensamente felices.

En términos generales, la Navidad también implica un final de año para cerrar ciclos, cerrar etapas, buscar disfrutar adecuadamente, hacer nuevos planes y propósitos de vida, dar un vistazo atrás y repasar cómo fue este año que está pasando y qué tan diferente o apegado fue, con respecto a lo que había planeado un año atrás, qué cosas le faltaron por hacer y las puede retomar o bien qué cosas inesperadas tuvo que afrontar y ni se imaginó que iba a vivir y afrontar.

Es importante recordar el real significado de la Navidad, que es el tiempo para reexaminar nuestra vida y evaluar nuestros pensamientos, sentimientos y hechos. Dejen que sea un tiempo de recuerdo, de gratitud y un tiempo de perdón.

Cada persona, de acuerdo a su espiritualidad y sus creencias religiosas, también tiene un gran significado que es muy importante que lo recuerde y aplique, y es algo que va más allá de los regalos, las fiestas, la vida social, los paseos y otros.

El valor de la Navidad es el amor, solidaridad, generosidad, identidad, unión familiar, solidaridad, entre otros; son un gran aliciente en el desarrollo de los niños.

Sin embargo, hay que rescatar que antes de poner todo esto en práctica para con los demás, hágalo de usted para usted mismo; que ese sea su mejor regalo de usted para usted. Finalmente, no se puede dar lo que no se tiene, no pretenda dar amor si no se ama a sí mismo primero y no pretenda recibir amor si usted no lo da, pero primero ámese usted, porque todo lo que una persona es, siente y vive lo proyecta hacia los demás o hacia el exterior.

Aproveche el momento para hacer introspección, analizar y observarse a sí mismo, repase su año, luego plante para sí mismo nuevos caminos y horizontes, así como metas y proyectos, tanto personales como profesionales, económicos y familiares.

En ocasiones hay mucho bombardeo publicitario, televisivo y de otros medios que dan a entender que la Navidad es sinónimo de perfección y muchísima felicidad, un mundo muy rosa, pero la realidad es que tiene diferentes matices de colores, que lo experimentan muchísimas personas y que está bien experimentarlos.

Finalmente, en esta época decembrina también se experimenta: • Ansiedad y estrés • Impotencia a la hora de poner límites; por ejemplo, la idea de la felicidad asociada a la Navidad está tan extendida que cuesta comprender que alguien no quiera celebrarla o prefiera pasarla en soledad, así que resulta complicado poner límites y rechazar invitaciones. • Culpa. Una de las emociones a la cual no se está acostumbrado y resulta en una sensación incómoda, que provoca la Navidad es la culpa cuando se logra decir que no a alguien, ante una situación que no es de su agrado. Puede aparecer el pensamiento tipo “deberíamos estar todos juntos”. • Nervios. Cada familia es un mundo, y hay familias con miembros que no se hablan entre sí o que no acaban de congeniar y ni por Navidad establecen una “tregua” para no aguar las reuniones familiares. • Nostalgia y tristeza • Ilusión, alegría y esperanza sobre todo para los más pequeños.

¿Cómo gestionar o lidiar con esas emociones?

  1. Identifique lo que siente más allá de “estoy bien” o “estoy mal”. Cuando “está bien”, ¿qué siente?, ¿es ilusión, satisfacción, felicidad…? y cuando “está mal” ¿siente enojo, melancolía, tristeza, nostalgia…? Cada emoción tiene unos matices diferentes; es importante no meterlas en el mismo saco, identificarlas y reflexionar sobre qué es lo que le hace sentirse así. El autocuidado es importante
  2. No a las auto imposiciones. Es decir, no dejarse arrastrar por los “debería” y eso genera estrés y ansiedad porque “debería hacer una cena o comida perfecta”, “debería comprar …”
  3. Rebaje las expectativas. No caiga en la idealización de la Navidad que nos muestra la publicidad y el cine.
  4. Establezca límites. No tiene por qué aceptar todas las invitaciones a todas las reuniones navideñas. Establezca sus prioridades y rechace de manera asertiva las propuestas que no son de su interés.
  5. Viva la Navidad en el presente. Cada año las fiestas vienen de una manera diferente; todo es temporal, ninguna época es igual y la vida trae momentos de felicidad y de tristeza. Hay que aceptar las situaciones actuales, sin pensar en aquellas cosas que ya pasaron, pues nada las hará desaparecer o cambiar, ni tampoco en el futuro porque este es incierto.
Es importante y necesario comprender las propias emociones en Navidad, que nos permitamos sentirlas y que hagamos lo que esté en nuestras manos para manejarlas y vivirlas de una manera sana y acorde a lo que ocurre a nuestro alrededor.

Dra. Geovanna Chacón
Psicóloga